Los presidentes al estallar la guerra

Como sabemos, la guerra del Pacífico es el conflicto bélico donde lucharon Chile, Perú y Bolivia entre los años 1879 y 1883, siendo los dos primeros países aliados en contra de Chile. Durante cuatro años, estas tres naciones se enfrentaron varias veces, en combates y batallas, recordadas en la historia peruana como chilena.
 
Pero al iniciar la Guerra, los representantes de cada país fueron:
 
  • PERU        :      Mariano Ignacio Prado Ochoa…………… (1826-1901).
  • CHILE       :      Anibal Pinto Garmendia………………….. (1825-1884).
  • BOLIVIA  :      Hilarión Daza Grosellé………………………(1840-1894). 

 

 

 

Mariano Ignacio Prado:

En 1876  la crisis económica era ahora demasiado aguda, el país se hallaba prácticamente en bancarrota y para contrarrestar la situación el gobierno gravó las minas con impuestos, impuso contribuciones a los particulares e intentó negociar, sin éxito, un nuevo crédito con la casa Dreyfus. La situación siguió empeorando: el salitre y el guano no se vendían, la producción agrícola y minera iban camino del declive. Como si esto fuera poco las tensiones entre Chile y Bolivia llevaban al Perú a comprometerse en el conflicto.

Su gobierno trató de mediar con el envío del plenipotenciario José Antonio de Lavalle pero, tomando como pretexto la existencia del un tratado secreto con Bolivia, Chile le declaró la guerra al Perú el 5 de abril de 1879. Mariano Ignacio Prado organizó de inmediato la campaña naval y la campaña de Tarapacá. Ante el curso de la guerra Mariano Ignacio Prado manifestó al consejo de ministros la necesidad de viajar al extranjero para adquirir con mayor rapidez los buques y armas que el Perú necesitaba para continuar el conflicto; su inesperado viaje causó primero desconcierto y luego indignación. El ejército no reconoció al vicepresidente Luis La Puerta y le dio el mando a Nicolás de Piérola, quien comenzó a gobernar con el título de dictador.

Un historiador respetable como sir Clemens Markham ha escrito: “

El general Prado vio los desastres inevitables que eran inminentes y concibió la esperanza de evitarlos obteniendo ayuda en dinero o en material o como intervención, de Europa o Estados Unidos. No hay razón para suponer que estuvo impulsado por motivos menos valiosos. Pero nada puede excusar esta súbita deserción de su puesto”.

En su ausencia, Mariano Ignacio Prado fue acusado de traidor, privado de sus derechos ciudadanos y borrado del escalafón militar (1880). Aunque esta disposición fue derogada en 1886, Prado se mantuvo alejado de toda actividad pública, aceptando únicamente desempeñar la presidencia de la Sociedad de Fundadores de la Independencia y Vencedores del 2 de mayo de 1866 en dos oportunidades (1890-1891 y 1896-1897). Delicado de salud, tuvo que viajar a Europa y murió en París en 1901. Contrajo matrimonio con Magdalena Ugarteche y fueron sus hijos Mariano, Javier, Jorge, Manuel y María. Con María Avelina Gutiérrez tuvo a Leoncio, el futuro héroe de Huamachuco.

 

Aníbal Pinto Garmendia:

Ya durante su primer año de gobierno, Aníbal Pinto tuvo que hacer frente a los vaivenes económicos que afectaban al país. La depresión mundial derivó en la disminución inmediata del precio de las exportaciones (principalmente de la plata y el cobre), lo que sumado a un mal año agrícola y a la constante alza del costo de la vida, desestabilizaron las arcas fiscales. Se hizo necesario entonces para conseguir más recursos crear nuevos impuestos y restringir el gasto público. El último ítem incluía rebajar el sueldo de los empleados públicos, suprimir los batallones cívicos y decretar el desarme parcial de la Escuadra nacional, entre otras medidas.

A pesar de los esfuerzos gubernamentales, la crisis generó falta de circulante. El dinero comenzó a escasear y llegó un momento en que los bancos no pudieron convertir sus papeles en monedas, por lo que se dictó una ley de inconvertibilidad de los billetes de banco, en el año 1878.

El gobierno dictó una ley de inconvertibilidad de los billetes de banco por el periodo de un año (1878), para detener la contracción del circulante monetario. Además, incrementó los impuestos y disminuyó los gastos en Defensa.

Paradójicamente, fue la Guerra del Pacífico la que activó la economía nacional, al tener que producir suministros para el Ejército en campaña. Asimismo, con la incorporación de Tarapacá y Antofagasta al territorio chileno (1879), el Estado obtuvo abundantes ingresos.

En 1874, Chile firmó un tratado con Bolivia, por el cual se fijó el límite entre ambas naciones en el paralelo 24. Además, el país altiplánico se comprometió a no aumentar, durante 25 años, las contribuciones a las empresas con capitales chilenos en su territorio.

Sin embargo, en 1878, el presidente de Bolivia, el general Hilarión Daza, autorizó un impuesto a las exportaciones del salitre, el cual fue rechazado por una de las empresas afectadas. Ante ello, el gobierno boliviano ordenó el remate de sus propiedades.

Con el fin de impedirlo, el gobierno de Chile comisionó al coronel Emilio Sotomayor para que sus fuerzas ocuparan indefinidamente Antofagasta, el 14 de febrero de 1879. Bolivia le declaró la Guerra a Chile, el 1 de marzo, y Perú la apoyó en virtud de un tratado secreto firmado entre ellos en 1873. Nuestro país declaró la guerra a ambas naciones el 5 de abril de 1879.

 

Dificultades internas: Supuestamente, la guerra contra Perú y Bolivia significaría la unidad de objetivos entre el mundo político y las decisiones del gobierno y del Ejército. Sin embargo, hubo roces y problemas entre el ministro de Guerra, el representante de Aníbal Pinto en la campaña y las autoridades militares, sobre la dirección de las acciones bélicas. Asimismo, dentro de los propios políticos hubo reclamos y disputas acerca de las determinaciones civiles de la guerra.

En otro frente, este conflicto armado fue aprovechado por los caciques mapuche cuando se produjo el retiro de las tropas apostadas en la Araucanía para ser trasladadas al norte. Los indígenas intentaron, entonces, recuperar sus tierras. Este movimiento fue dominado a la fuerza por el coronel Gregorio Urrutia.

Reclutas especiales: Cuando Chile ocupó militarmente Antofagasta, sus empeños se dirigieron a incrementar sus fuerzas armadas, para lo cual se movilizaron los cuerpos de policía y de bomberos, que tenían instrucción militar. Los llamados a la población encontraron rápida acogida en la juventud, pero los más adultos se mostraron reticentes a enrolarse.

Debido a la urgencia de la situación, el gobierno decidió aplicar medidas radicales. En Talca, por ejemplo, fueron reclutados vagos y pendencieros que pululaban por los bares.

Los límites con Argentina: Aníbal Pinto también debió enfrentar problemas limítrofes con Argentina, país que quería ocupar la Patagonia, sobre la cual Chile alegaba tener derechos. Los movimientos de las tropas y la Escuadra argentina hacia esta región fueron espiados por nuestro país. Sin embargo, negociaciones diplomáticas evitaron una confrontación armada.

El Tratado Fierro-Sarratea, de 1878, estableció que Chile cedía sus derechos sobre la Patagonia y sirvió de base para el Tratado de Límites con Argentina, suscrito el 23 de julio 1881, por el que Chile entregaba esta región, pero se reconocía su soberanía sobre el Estrecho de Magallanes, la parte occidental de Tierra del Fuego y las islas al sur del Canal Beagle. Este acuerdo fue ratificado con posterioridad por el presidente Domingo Santa María.

 

Hilarión Daza:

Fue un militar y dictador boliviano, involucrado en la Guerra del Pacífico, para algunos historiadores considerado como el más ilustre de los italobolivianos, pero la población lo recuerda como el presidente que perdió el mar.

Nació en Sucre el 14 de enero de 1840 de padre Italiano humilde, originario de Piamonte. El apellido paterno era Grossoli, o Grosselle, pero el hijo adoptó el apellido materno, Daza.

Gracias a los sacrificios del padre, ingresó muy joven a la carrera de las armas, donde realizó un notable desempeño. Dotado de excepcional fuerza de voluntad y habilidad, en 1870 inició su carrera política sublevándose contra su protector, Mariano Melgarejo y, tras el asesinato del presidente Agustín Morales en 1876, asumió el poder, fue confirmado como Presidente Constitucional, en virtud de la dictación de la Constitución de 1878 para un mandato de 4 años.

El acuerdo firmado en 1874 con la Compañía de Salitres y Ferrocarril de Antofagasta, aún no estaba vigente, porque de acuerdo a la constitución boliviana, los contratos sobre recursos naturales debían aprobarse por el Congreso, esto se realizó a través de la Asamblea Nacional Constituyente boliviana mediante una ley, el 14 de febrero de 1878, a condición que se pagara un impuesto de 10 centavos por quintal de salitre exportado por la compañía.

Por ello, dicho impuesto, encontró una gran resistencia de parte de los propietarios de la empresa afectada, y una cerrada defensa de su causa por parte del gobierno de Santiago, iniciando un conflicto diplomático.

Daza Groselle no creía que los chilenos pudieran declarar guerra por este pequeño aumento de 10 centavos, pero Chile desató la Guerra del Pacífico en la que Bolivia perdió desde entonces su salida al Mar en Antofagasta.

Luego de los desastres militares de Pisagua, y de una cuestionada retirada de las tropas bolivianas en Camarones, el presidente Hilarión Daza Groselle fue destituido el 28 de diciembre de 1879 por un golpe de Estado de la cúpula militar en medio de un enorme descontento de la población por la suerte de la guerra.

Luego de su destitución de la jefatura de guerra, Daza se exilió principalmente en París, por el lapso de 14 años, en 1894 solicitó permiso al presidente Mariano Baptista para regresar a Bolivia para defenderse de las acusaciones que sus enemigos le realizaban en el Congreso.

Llegado a Uyuni, el 27 de febrero de 1894, fue hostilizado por grupos que le calificaban de traidor, por lo que se le asignó una escolta militar para dirigirse a un hotel, pero, en el trayecto, fue asesinado con una descarga de fusilería, por la espalda, la orden había sido dada, según los informes, por el capitán José María Mangudo y el teniente Manuel Castillo, nunca se pidió establecer móviles del crimen. Su muerte dio origen a especulaciones de todo tipo sobre las revelaciones (en contra de Narciso Campero y otros), que Daza Groselle iba a hacer en el Congreso boliviano.