En memoria del coronel Víctor Fajardo, vencedor de Tarapacá

El coronel Víctor Fajardo nació en la ciudad de Ayacucho un 23 de marzo de 1838. Pues estaban frescas las hazañas guerreras de la independencia, cuyos relatos escuchaba de labios de su padre, el también coronel Manuel Fajardo, quien llegó con la expedición libertadora del generalísimo San Martín y que había derramado su sangre en los campos de Condorcunca (1824), donde cayó herido y luego se trasladó a la ciudad de Huamanga, donde con el tiempo echó raíces; se casó con doña Manuela García Blásquez, dama de la aristocracia ayacuchana, con quien tuvo tres hijos: Víctor, José y Manuel.

 

Víctor Fajardo García, de clara inteligencia y férrea voluntad, cursó sus primeros años en el colegio Chincha. Antes de cumplir los 15 años de edad ingresó al Instituto Militar en calidad de caballero cadete. Pero fue en enero de 1854, cuando haciendo uso de la licencia para visitar a sus padres en Ayacucho, llegó hasta él la clarinada lanzada en Arequipa por el Mariscal don Ramón Castilla, contra el gobierno de Echenique. Fajardo fue uno de los más entusiastas organizadores del batallón Ayacucho y se incorporó a él con el grado de subteniente, acompañando a Castilla durante toda la campaña revolucionaria.
Peleó en Saraja (Ica) el 7 de enero de 1854, Izcuchaca (Junín) y en la batalla de las Palmas; al lado de Andrés Avelino Cáceres, otro prominente ayacuchano.
Ya al servicio del Presidente Ramón Castilla, en noviembre de 1856 integró el ejército que marchó sobre Arequipa, en el Batallón Paucarpata, para combatir a la revolución del general Vivanco, siendo herido en el asalto a la Ciudad Blanca y luego ascendido al grado de teniente por orden expresa del Mariscal Castilla.
Meses después logra los galones de capitán graduado al aplastar otro levantamiento en Huanta, y el 6 de marzo de 1858 Castilla le otorga el grado de capitán efectivo al demostrar desprecio por la vida en una arriesgada acción militar.

 

ECUADOR. Cuando el conflicto con el Ecuador, el Mariscal Castilla, que tenía un elevado concepto de Fajardo García, lo escogió para que lo acompañara durante la campaña que terminó con la ocupación de Guayaquil y el Tratado de Mapazingue. Aquí se cuenta un episodio protagonizado por Fajardo García, que se encontraba en un establecimiento comercial cuando entraron dos militares ecuatorianos bravucones y pidieron cigarrillos. Los que al ser atendidos preguntaron si los cigarrillos eran peruanos, y al contestarles que no, mirando a Fajardo que les observaba, uno de ellos dijo: «Está bien, porque los peruanos son demasiado flojos».
Fajardo al oír estas palabras se lanzó como una fiera contra los atrevidos y los abofeteó. Esta actitud provocó un lance con uno de ellos que era un espadachín famoso y que al ser ofendido de obra escogió como arma la espada. Fajardo no dominaba la espada, pero tampoco pensaba caer abatido en el campo del honor, así que toda la noche se la pasó ensayando, hasta el día siguiente en que se presentó al lugar designado donde después de ofrecer una violenta lucha, derrotó a su adversario al que poniéndole la punta de su espada en el pecho exclamó: «Le regalo la vida», a la vez que el derrotado, que sólo esperaba la muerte, sorprendido por la generosidad de Fajardo García, dio un «Viva el Perú».

Terminada la campaña del Ecuador, Fajardo García pasa al Batallón Puno con el grado de sargento mayor. Encontrándose como jefe instructor en la provincia de La Mar se entera de acontecimientos provocados por la escuadra española del almirante Pinzón. No está de acuerdo con el Tratado Vivanco-Pareja y apenas se entera que en Arequipa el coronel Mariano Ignacio Prado se había levantado anulando el convenio, Fajardo corre a Ayacucho a organizar un cuerpo de Ejército: el Batallón Ayacucho, que después fue puesto bajo las órdenes del coronel Andrés Recharte.
Termina la campaña de Prado y ocupa el poder con el título de dictador y él teniente coronel, obtuvo en premio de sus servicios la efectividad de su clase con fecha 20-11-1865.

Luego es nombrado subprefecto de La Mar, después pasó a ser subprefecto de la provincia de Chancay, de Huancayo y de Cangallo sucesivamente. Cuando es creada la provincia litoral de Huánuco, Fajardo García es nombrado primer prefecto, pero no puede hacerse cargo del puesto al ser llamado para servir como ayudante de campo del presidente Mariano Ignacio Prado.
Después fue jefe del Batallón América y jefe del Estado Mayor de la División Centro.
2 DE MAYO de 1866. En febrero de 1965, Castilla fue hecho prisionero por Pezet y fue desterrado a Gibraltar y luego a Londres. Este hecho influyó poderosamente en el ánimo de la población, por lo que aparecieron figuras rebeldes de una nueva generación. En Arequipa se sublevó el prefecto Mariano Ignacio Prado invocando el nombre de Castilla. Fajardo inmediatamente se plegó al movimiento del coronel Prado, que posteriormente derrocaría al presidente general Juan Antonio Pezet. Allí, Fajardo obtiene el grado de sargento mayor efectivo. Ese mismo año, a los 27 años, obtiene el grado de teniente coronel y teniente coronel efectivo, participando en el conflicto con España y concretamente en el combate del 2 de mayo de 1866 contra la escuadra española.

LA GUERRA CON CHILE. Sin embargo, es en la guerra con Chile que Fajardo García sube a la gloria conquistando los laureles de la inmortalidad. El coronel Víctor Fajardo partió de Lima al Callao en tren en marzo de 1879 para trasladarse en el transporte «Limeña» de 2008 toneladas, construido en 1865, hacia la ciudad de Iquique al mando del batallón Cazadores del Cuzco Nº 5, que estaba de guarnición en Chorrillos, Fuerte de 392 plazas.
El general Juan Buendía después del combate de Piragua, el 15 de noviembre de 1879, concentró al ejército aliado en Santa Adela, al norte de Pozo Almonte. Víctor Fajardo intervino en la batalla de San Francisco el 19 de noviembre al frente de su Batallón Cazadores del Cuzco con 414 soldados. Al reconcentrarse el ejército aliado en Tarapacá, el batallón Cazadores del Cuzco sólo había perdido 4 hombres. El 27 de noviembre de 1879 combate en la Batalla de Tarapacá nuevamente al mando de su Batallón Cazadores del Cuzco con 410 efectivos, batiéndose heroicamente como un león hasta conseguir la victoria, apoyando al Batallón Zepita.

Compartió Fajardo la retirada del ejército y la marcha de Tarapacá al puerto de Arica. Aquí ascendió a coronel efectivo y se le confió la jefatura del batallón Cazadores del Rímac. Pero es en el cerro Intiorco, llamado después Alto de la Alianza, en que Fajardo García, que había peleado durante todo el día, cae herido, pero en un supremo arrebato de valor exclama: «Adelante, mi anhelo es pasar la próxima revista como presente en la mansión de los héroes».
En esa oportunidad Fajardo, a pesar de estar herido, siguió luchando, cubriendo la retirada de los sobrevivientes, hasta que una bala certera le destrozó el corazón. A Fajardo se le recuerda vestido de gran parada, montaba un alazán inglés que había traído de las salitreras de Tarapacá, cuando se inició el encuentro. Herido en su caballo, continuó batiéndose a pie hasta que una bala lo dejó sin vida. Al enterarse de este infortunio los coroneles Belisario Suárez y Andrés A. Cáceres se acercan presurosamente para asistirlo. Después entregaron a su hijo, alférez del mismo batallón, en el campo, su cuerpo y anillo de alianza matrimonial. Su muerte fue muy sentida por todos los oficiales aliados y la tropa ya que era muy querido y respetado por su valor y capacidad como oficial.
Basadre menciona que el coronel Víctor Fajardo era muy amigo del coronel Andres A. Cáceres y era su rival en el prestigio como jefe de tropa. Según algunos datos biográficos extraídos del periódico «Sierra», de la primera quincena de noviembre de 1949, se dice que «sus soldados lo amaban, porque sabían que era un jefe capaz de sacrificios de todo orden en servicio de ellos. Los jefes conocían de su gran sentido de la responsabilidad que regía sus actos. Los compañeros comprendían que su lealtad era invariable», como lo demostró a lo largo de toda su vida.

 

Fuente:

diariocorreo.pe