Los intentos para incorporar a Argentina

El Tratado secreto de Alianza Defensiva suscrito entre Perú y Bolivia en 1873 permitía la las adhesiones de terceros Estados, el Gobierno peruano buscó de manera activa la adhesión de la Argentina. Con tal objeto se le encomendó la Legación en la Argentina, al doctor Manuel Yrigoyen, a quien más tarde se invistió también con la representación diplomática de Bolivia ante aquel Estado. Las instrucciones que se le dieron fueron las siguientes:

 Lima, Mayo 20 de 1873.

«Señor Dr. Dn. Manuel Yrigoyen,

Minstro Residente del Perú en el Brasil y Repúblicas del Plata.

(…)

«Como en el artículo 9° del Tratado se conviene en solicitar la adhesión de otros Gobiernos, U.S. procurará obtener la de esa República; lo cual no parece hoy difícil, atendiendo las dificultades con que hasta ahora ha tropezado, sin poder llegar a una demarcación de límites con Chile.

(…) y con más razón hoy que la cuestión de límites de Patagonia amenaza entrar en la vía de los hechos;

(…)

Dios guarde a U.S.

J. de la Riva Agüero. >>

Yrigoyen se reunió con el canciller argentino, don Carlos Tejedor y envió a su cancillería el siguiente reporte de la entrevista:

<<Nº 8. (Reservada)

«Buenos Aires, 13 de julio de 1873.

S. M.

«(…)

«En consecuencia de esto, el 10 a las dos de la tarde, me constituí en casa del expresado señor Ministro y tuve con él una conferencia de dos horas, de que paso a dar cuenta a U.S.

«Comencé la conferencia, por manifestar la tendencia que hacía algunos años dejaba conocer Chile, de ensanchar por norte y sur su teritorio, a costa de sus vecinos y del equilibrio Sud-Americano, rompiendo el principio salvador del uti possidetis de 1810; le hice notar, en seguida, que, en los últimos tiempos, las pretensiones de Chile se habían presentado ya desembozadas respecto a la Patagonia, y muy particularmente en la porción más rica de la costa de Bolivia; y que, a juzgar por el hecho de haber mandado construir dos buques blindados en In glaterra, levantando para pagarlos un empréstito en Europa, era de temerse que quisiera, abusando de esa fuerza, que pronto debe recibir, consumar sus proyectos.

(…)

«Di, después de esto, lectura a la copia simple, y sin nombres, que había llevado del Tratado de alianza,

(…)

«El señor Ministro me contestó, sustancialmente. en los términos siguientes:

(…) que, hablando en termines más bien amigables que oficiales, me hacía presente, que la primera impresión que le había causado la lectura que había dado yo al Tratado, era más bien la de una alianza ofensiva, que defensiva.

(…)

«Tomó después de esto la conversación giros muy distintos y familiares, y tocó el Ministro diversos puntos, siendo los principales los siguientes:

1°) Si creía que algúno o algunos artículos del Tratado podrían ser de algún modo modificados.

2º) Si el Gobierno de Chile tenía de este pacto algún conocimiento.

3º) Si convendría solicitar la adhesión de ese Gobierno, como el medio más seguro y conveniente de notificarle la existencia de la alianza.

4º) Si sería posible que Chile solicitase, y sobre todo obtuviese, la alianza del Brasil.

5º) Si el tratado de alianza defensiva, materia de esta entrevista, estaba ya aprobado y ratificado por el Gobierno de Bolivia; y, si no lo estaba, si tenía seguridad de que lo sería.

(…)

«Sobre el tercer punto dije, que lo que convenía, por el momento, era que nos uniésemos; y que cuando esto estuviese realizado, trataríamos de conocer si era o nó conveniente solicitar la adhesión de Chile; que, por lo demás, yo no estaba instruido respecto (…). Mucho estimaría, pues, a U.S. que a vuelta de vapor se dignase darme sus instrucciones sobre este punto.

(…)

«Atento y seguro servidor.

«(Firmado).— M. Yrígoyen.>>

Hubo varias conferencias en Buenos Aires, sus respectivos informes a Lima y respuestas de esa cancillería. El canciller peruano en las notas que siguen, perfila claramente el objeto perseguido con el tratado:

<< Nº 11

Lima, 24 de agosto de 1873.

«Señor Dr. D. Manuel Yrigoyen,

Ministro Residente del Perú en el Brasil y Repúblicas del Plata. .

(…)

Sin embargo, puedo corroborar a U.S. la seguridad de que no hay el menor temor de que se realice la alianza entre Chile y el Brasil, insinuada por el señor Tejedor;

(…)

En mi carta particular de esta fecha, a la cual me remito en todo, encontrará U.S. pormenores que le afianzarán en la idea que aquí abrigamos, de que por parte del Brasil no debemos abrigar el más ligero temor. Procure U.S., con todos sus esfuerzos, llevar esa persuasión al ánimo del Gobierno argentino, y con su adhesión a la alianza habremos obtenido el importante resultado de hacer imposible toda guerra, por el aislamiento en que quedaría Chile y la necesidad en que lo colocaríamos de aceptar el arbitraje, como único medio de zanjar todas nuestras cuestiones de límites».

«Dios guarde a U.S.

(J. de la Riva Agüero. >>

Esta es la carta particular que complementa la nota oficial.

<< Lima, 24 de agosto de 1873.

Señor Dr. Manuel Yrigoyen,

Buenos Aires.

Mi estimado amigo :

He recibido y leído con mucho interés las notas reservada de 12 y 17 de julio, y como no he tenido tiempo de contestar a U. de oficio, paso a hacerlo privadamente.

(…)

el tratado que celebramos en Febrero sólo tiene por fin hacer imposible la guerra, desde que las pretensiones exageradas de cualquiera de las repúblicas americanas, escollarían ante un poder suficientemente fuerte para desalentarla de emprender por la fuerza la consecución de sus planes, y desde que en virtud de la alianza se podría exigir que todas las cuestiones se sometiesen a arbitraje.

(…)

Estipular un tratado de alianza separadamente con ese Gobierno, exigiría ponernos primero de acuerdo con Bolivia y aguardar cuando menos un año, para solicitar la aprobación de los respectivos Congresos y 6 meses para llegar al canje de las ratificaciones. Para entonces ya el tratado no sería útil para la Confederación, pues que su cuestión de límites con Chile habría tomado en ese intervalo proporciones desfavorables, porque para entonces las fuerzas marítimas de Chile no permitirían a los aliados hacer escuchar su voz e impedir la guerra, como podrían hacerlo hoy, asumiendo en último caso la actitud de mediador armado, si las circunstancias lo requiriesen. Por lo que respecta a la idea propuesta por el señor Tejedor, de solicitar la adhesión de Chile a ese pacto, del que hasta la fecha no tiene conocimiento, no creo que esta medida sería conveniente para los intereses de ninguno de los aliados.

«El plan que a mi juicio debería seguirse, en las actuales cuestiones de límites, es el de interponer nuestros buenos ofcios, si las cosas llegasen a un rompimiento, y proponer que los puntos cuestionados se sometan a arbitraje. Si los buenos oficios no fuesen aceptados, entonces hacerle conocer que asumimos el carácter de mediadores y que ligados, como nos hallmos, por un tratado, tendríamos que ayudar con nuestras fuerzas, si no se acudía a sujetarse a un arbitraje. Haciendo conocer desde ahora a Chile, la existencia del tratado, lo único que se conseguiría es que prolongase sus negociaciones, para aumentar sus armamentos, por una parte, y promover, por otra, disturbios políticos en las repúblicas aliadas, a fin de que la alianza se hiciese ilusoria y los auxilios imposibles. U. ve, pues, que ninguna ventaja se reportaría, sino por el contrario, si fuésemos a poner en conocimiento de Chile, la existencia del tratado.

Sería un poderoso motivo para que ayudase con más eficacia todo movimiento revolucionario entre nosotros, y prestase constante apoyo material a todo lo que tendiese a debilitarnos y anarquizarnos. Si éstas han sido siempre sus tendencias, sólo por temor de que a la sombra de la paz adquiriera el Perú la posición que está llamado a ocupar en el Pacífico, esa sería su política franca ya, y el objetivo de todos los partidos y del país entero.

(…)

«Si, como creo, se adhieren al tratado y si nos envían un Ministro, es necesario que venga plenamente autorizado, para cualquiera emergencia que pueda sobrevenir, bien sea en la cuestión del litoral boliviano, bien sea en la Patagonia. Es preciso que tenga autorización suficiente para declarar cuándo es llegado el casus foederis, y para hacer todos los arreglos a que estas cuestiones pendientes puedan dar lugar, a fin de que unidos podamos obrar de modo que se evite cualquier ataque a mano armada, interponiéndonos a la vez y de común acuerdo.

(…)

«Su afto. amigo.

J. de la Riva Agüero. >>

Hubo otras notas en que Yrigoyen comunica sus conferencias con Tejedor y las vicisitudes corridas por la negociación. La adhesión de Argentina fue aprobada por los diputados, aprobando también fondos para la guerra, y fue aplazada hasta la próxima legislatura (1874) por los senadores, con el objeto de resolver la situación de los límites con Bolivia antes de perfeccionar la adhesión.

En resumen, el Gobierno argentino sugirió que Chile fuera incorporado a la alianza o que ésta se limitara a la Argentina y el Perú; ambas cosas fueron rechazadas. También condicionó la participación de su país al arreglo previo de sus problemas limítrofes con Bolivia y a la no inclusión del Tratado boliviano–chileno de 1866 en el «casus foederis». La primera de estas condiciones fue aceptada, pero la segunda no.

Más tarde, en agosto de 1874 Bolivia firmó con Chile el tratado de límites de 1874 y a fines de ese mismo año llegó a Valparaíso la fragata blindada Cochrane y la supremacía naval del Perú desapareció. Por este motivo, la política del Perú respecto a Chile varió y consideró inoportuna la adhesión de Argentina a la alianza.

Las instrucciones a Yrigoyen al respecto son las que siguen:

<< Lima, Octubre 4 de 1875.

(«Reservada No. 56»)

«Sr. Dr. D. Manuel Yrigoyen,

Ministro Plenipctenciario del Perú en Buenos Aires.

(…)

«Conoce U. S. perfectamente las ideas del gobierno, que se propone en la actualidad, conservar la mayor libertad de scción que sea posible, a fin de adoptar oportunamente la línea de conducta que mejor convenga, en el sensible caso de un rompimiento entre la República Argentina y Chile;

(…)

«Por esta razón, he indicado a U. S. cuan conveniente seria demorar el protocolo de adhesión, y, para ello, prestan facilidad, las exigencias de Bolivia, reiteradas últimamente por el Excmo. señor Baptista, en la correspondencia que debe haber llegado a esa Legación, después del 6 de setiembre. Asunto es este que debe manejarse con el mayor tino, pues nos interesa, por otra parte, que el gobierno argentino no pueda creer que nos abstenemos de proceder, atendidas las dificultades en que se encuentra con motivo de la cuestión Patagonia.

(…)

«Dios guarde a U. S.

A. V. de La Torre». >>

A pesar del secreto, el tratado fue conocido en Chile a raíz de las sesiones secretas del Congreso argentino que alarmaron al Brasil, que tenía disputas con Argentina como corolario de la guerra de la Triple Alianza, y a Chile. Los representantes de ambos países en Buenos Aires convinieron averiguar y compartir información; así, en febrero de 1874 el ministro de Brasil en Santiago informó al presidente de Chile de los detalles del tratado de 1873 y le previno para prepararse para una guerra que podría involucrar a todo el continente.

Fuentes:

Gonzalo Bulnes : Historia de la Guerra del Pacífico

Francisco Antonio Encina : Historia de Chile

Roberto Querajazu C : Aclaraciones Históricas sobre la Guerra del Pacífico.

Alcides Arguedas Historia General de Bolivia

http://www4.congreso.gob.pe

Pedro Yrigoyen: «LA Alianza Perú-Boliviano-Argentina Y La Declaratoria De Guerra De Chile

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