Nosotros Confiamos en la paz

A  fines de Abril  1879, durante un mitin espontáneo, el pueblo chalaco demandó al presidente Mariano Ignacio Prado que explicará  porqué la escuadra peruana no salía a castigar los desmanes  asesinos de los buques chilenos. Prado, perdido en la neblina de vistosos circunloquios, tuvo que reconocer que la flota peruana no estaba lista para el combate. De eso  dio cuenta un despacho del corresponsal del diario “El Nacional” en el puerto del Callao.

Mariano Ignacio Prado Ochoa (Huánuco, Perú, 18 de diciembre de 1825​ – París, Francia, 5 de mayo de 1901).

Los últimos sucesos acaecidos en nuestro litoral del sur, tales como la destrucción del Pabellón de Pica por la escuadra chilena, bombardeo Mollendo, intimación para destruir los estanques de agua  y las máquinas condensadoras de Iquique, etc., etc., produjeron en este puerto profunda, indignación,  y desde que se tuvo conocimiento de las partes oficiales en la que se da cuenta  de proezas dignas tan solo de los marinos chilenos, grupos  de gente irritada  recorrían la calle por la Constitución y la plazuela de la Matriz  comentando y censurando  con la merecida energía el villano procedimiento de la escuadra chilena, que para teatro de su hazañas elige los puertos indefensos del litoral, solo porque en ellos la impunidad  asegura sus actos.

Poco después supone la llegada al puerto de la división naval compuesta  de la “Unión” y “Pilcomayo”, comandada por el capitán de navío señor García y García.

Este incidente distrajo  un poco la atención pública, al menos mientras los tripulantes de la división suministraban los pormenores  de esa malograda excursión.

Más tarde volviéronse a formar grupos en la plazuela de la Matriz, donde algunos caballeros peroraron al pueblo durante algún tiempo.

S.E. el presidente, de regreso de la bahía, donde visito la fragata “Independencia”, hallábase en sazón en la casa prefectural:

Transmita que fue esta noticia, la gran muchedumbre, la que en la plaza indicada daba expansión a sus conocimientos de amor propio cobardemente ofendido, se  dirigió en masa a la prefectura  con objeto de que el excelentísimo señor Prado tranquilizara con su palabra el espíritu de sus gobernados. El prefecto, coronel Rodríguez Ramírez, hablo al pueblo insinuando a que se tranquilizará, porque el Gobierno procedía  activamente a fin de asegurar el éxito de este desagravio  que justamente se solicitaba en presencia de los incalificables  atentados que la escuadra chilena consumaba diariamente, al contar desde el día 5 en que el contraalmirante Rebolledo que notifico al prefecto de Tarapacá que en nombre de su gobierno establecía desde ese momento el bloqueo de ese puerto y sus inmediaciones.

“Comprendo dijo, que las exigencias de actualidad son excepcionales, y los hechos realizados en el sur, graves, y por lo mismo capaces de mortificar al patriotismo y la altives peruana; pero para satisfacer la aspiración de ustedes, que es también la más vehemente del Gobierno y todas las autoridades; es menester que la confianza tranquilice vuestro espíritu, dando al Gobierno la libertad de acción que es necesaria.

El buen juicio y la sagacidad del pueblo del callao le aconsejan prescindir por ahora de la exigencia que os anima.

La presencia del Gobierno ante nosotros tiene que perturbar necesariamente las interesantes medidas que actualmente se ocupa de dictar. No le interrumpáis, pues en su patriótica labor, y los resultados ya os dirán cuanto se afana por dar al Perú la tranquilidad y la gloria de que va en pos”.

A pesar de esto, el pueblo insistió en S. E. hubo de presentarse ante el exigente pueblo Chalaco,  que le saludo con grandes aclamaciones y estruendosos vítores al Perú y su persona.

Desde el corredor la  Prefectura, y previa la manifestación del objeto que había reunido al pueblo, S. E. dijo poco  más o menos:

“Señores:

Me complace siempre hablar al pueblo. Estoy dispuesto en toda época a darle cuenta de mis actos.

Por eso tan luego como he recibido hoy las noticias que reconocéis, las he comunicado, para que, enterados de los sucesos, podáis dar expansión a vuestro patriotismo.

Estoy listo, trabajo y me afano para poner el buen pie nuestra escuadra.

Quisiera con los alientos poner nuestras naves en condiciones aparentes para que puedan batirse con esperanza de buen éxito.

La guerra nos ha tomado con sorpresa. Los chilenos, estaban preparados  para la guerra; nosotros por desgracia, no lo estábamos porque confiamos en la paz!!!

No conviene,  por ahora, mandar uno, dos o  tres buques: no hay esperanza de éxito y su pérdida

Sería muy sensible. ¿Queréis que mande a la unión, Huascar y Pilcamayo?

Nuestra escuadra no está en actitud de batirse sería muy posible su perdida y entonces me echarías en cara mi falta de previsión.

Tan luego como he recibido las últimas noticias,  he volado a ver si logro avanzar al alistamiento de los buques  que aún faltan por escarmentar a Chile.

Estos cobardes han atacado Mollendo, donde no tenemos ni 1 cañón, y solo poseían responder unos cuantos rifles; han atacado a Iquique, que está en la misma condición, pero han dejado ileso a Arica, donde ya tenemos 2 o 4 cañones montados, con lo que habríamos podíamos castiga su osadía.

Confiad en el Gobierno. Estad seguros de que trabajo de día y de noche  por el engrandecimiento del Perú y por su gloria; porque así trabajo por mi propio engrandecimiento; porque cuantas mayores sean las glorias del Perú así será también mi elevación.

Bien, señores, volved vuestros a dar expansión tranquila a vuestro patriotismo, cual corresponde.

Dejadme a mí que vuelva  a mis labores, porque así lo exige el bien de la patria y el cumplimento de mi deber”.

Terminado el discurso S.E., se retiró la concurrencia, sin que ocurriera nada digno de mencionarse.

 

Fuente:

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