DEFECCI�N DEL PRESIDENTE PRADO Y DERROCAMIENTO DEL PRESIDENTE DAZA
Durante la Guerra del Pac�fico, el Presidente del Per�, Mariano Ignacio Prado, viaj� al extranjero en diciembre de 1879, lo que gener� controversia y un golpe de estado posterior, mientras que el Presidente de Bolivia, Hilari�n Daza, fue derrocado por un golpe de estado en diciembre de 1880 debido a la desmoralizaci�n del ej�rcito y el descontento popular. Prado fue acusado de cobard�a por abandonar el pa�s en guerra, aunque algunos sostienen que su viaje ten�a fines de adquirir armamento para el Per�. Daza, por su parte, fue depuesto tras la desastrosa campa�a de la guerra terrestre, y su derrocamiento fue impulsado por un descontento militar generalizado.
La p�rdida del departamento peruano de Tarapac�, atribuida al desastre de San Francisco y a la contramarcha de Camarones, tuvo consecuencias trascendentales. La tensi�n pol�tica que provoc� en Lima y otras ciudades del Per� y el temor de una�insurrecci�n popular contra su gobierno indujeron al Presidente Mariano Ignacio�Prado a dejar Arica y volver a la capital, a fin de controlar la situaci�n. La decisi�n�que tom� dej� muy sorprendidos a todos. Decidi� abandonar el Per� con el pretexto�de ir a Europa a obtener cr�ditos y hacer importantes adquisiciones de pertrechos�b�licos. �Era una huida?… �Por qu� no delegaba plenos poderes a uno de sus�colaboradores (entre los cuales los hab�a muy capaces) y �l permanec�a en el�puesto del deber?

Prado escribi� al General Hilari�n Daza:
“Querido compa�ero y amigo:
Hay absoluta necesidad de procurarnos a todo trance elementos de mar, por lo menos un poderoso buque que sea capaz de hacer frente a la escuadra enemiga… Despu�s de pensar con madurez y obedeciendo a un sentimiento altamente patri�tico, he tomado la resoluci�n de marchar hoy a Europa en demanda de los mencionados elementos… Mi presencia aqu� no es indispensable, al paso que mi viaje a Europa ser�, tengo fe, de provechosos resultados… Las fuerzas del ej�rcito aliado del sur est�n encomendadas a usted y a nuestros distinguidos jefes, quienes sabr�n responder a su honra… Solo pido que se tenga fe en mi patriotismo y contestar� con hechos. Calculo que el viaje demorar� cuatro meses a lo sumo. Con el tiempo muy estrecho, solo me resta saludarle y despedirme”.
El gobierno qued� en manos del vicepresidente, el octogenario General Luis de la�Puerta. Seg�n inform� el ministro boliviano en Lima, se�or Zoilo Flores, la opini�n p�blica�calific� el viaje del General Prado “como una fuga o deserci�n” que provocaba�“profundo despecho y c�lera hasta en sus m�s �ntimos amigos personales y�pol�ticos”. El se�or Nicol�s de Pi�rola, que incansablemente ven�a buscando el mando supremo de la rep�blica desde tiempo atr�s, aprovech� las circunstancias. El 23 de diciembre�(1879), sac� a las calles de Lima la “Guardia Peruana” que �l ten�a organizada como�su contribuci�n al esfuerzo b�lico. En combinaci�n con el batall�n “Ica” en la misma�capital y el batall�n “Catamarca” en el Callao, se hizo due�o de la situaci�n y se�declar� dictador.
El cambio pol�tico en el Per� puso en inminente peligro la estabilidad del General�Hilari�n Daza en su puesto de Presidente de Bolivia. Desde luego, su popularidad�hab�a venido disminuyendo por la clase de vida que llevaba en Tacna, las�arbitrariedades que comet�a en el ej�rcito, favoreciendo a los batallones de l�nea,�particularmente al “Colorados”, su desprecio por los “j�venes decentes” de la�“Legi�n Boliviana” y el despotismo con el que trataba a muchos jefes y oficiales.
La contramarcha de Camarones, de la que fue se�alado como el �nico culpable,�acab� con el poco prestigio que a�n le quedaba tanto en Tacna como en el interior�de Bolivia y el resto del Per�. El se�or Zoilo Flores le escribi� desde Lima:
“La�contramarcha de Camarones ha ocasionado una transformaci�n completa en el�concepto que se ten�a de usted en este pa�s. Esa contramarcha ha convertido a usted de una esperanza en una decepci�n, de una entidad colosal en un ser vulgar,�de un valiente en un cobarde, de un objeto de envidia en un objeto de desprecio, de�una garant�a en la victoria en causa del desastre, y lo que es m�s, de un leal en un�traidor, de un elemento de gloria nacional en un instrumento de vilipendio, de�humillaci�n, de verg�enza para la patria”.

Daza comprendi� que si permanec�a en Tacna su ca�da era indefectible.
El golpe de�Estado de Nicol�s de Pi�rola en el Per� era un antecedente funesto. Comenz� a adoptar medidas urgentes y secretas para retornar a La Paz con los batallones de�l�nea, abandonando el resto del disminuido ej�rcito. Disminuido por la defecci�n de�todas las unidades que estuvieron en el departamento de Tarapac�, despu�s del�combate de San Francisco y por las constantes deserciones en Tacna que �l nunca�trat� de evitar.
Una vez listo su regreso y aprovechando de su condici�n de Supremo Director de la�Guerra (que asumi� en ausencia del Presidente Prado y sin que mediara la previa e�indispensable anuencia del nuevo gobierno peruano) trat� de hacer creer al�Contralmirante Lizardo Montero, jefe de las fuerzas del Per� en el sur, que volv�a a�Bolivia para imponer una nueva estrategia aliada: los bolivianos atacar�an a los chilenos bajando desde el departamento de Potos�, mientras los peruanos�avanzaban desde Arica hacia Tarapac�.
El Coronel Eliodoro Camacho enterado de los preparativos de Daza declar� m�s�tarde:
“Vi un l�gubre cuadro de cat�strofes en el porvenir. El ej�rcito boliviano�desertando del teatro de la guerra sin haber enfrentado al enemigo. Bolivia�enga�ando a su hermana y aliada la rep�blica peruana, despu�s de haberla�comprometido en la guerra y despu�s de haberla visto perder en poder del enemigo�su m�s valioso departamento”.
Luego de consultar con otros jefes y algunos civiles, como Belisario Salinas, Abd�n�Sen�n Ondarza y Jos� Rosendo Guti�rrez, Camacho decidi� derrocar al Presidente�Daza. Se aprovech� de que el 27 de diciembre (1879) viaj� a Arica para una de sus �ltimas entrevistas con el Contralmirante Montero. Se dio orden a los batallones que�fuesen a lavar su ropa en el r�o Chaplina, distante unos pocos kil�metros de Tacna.
Mientras la ausencia de esas tropas y con el soporte de los integrantes de la “Legi�n�Boliviana”, el batall�n “Loa” y el regimiento de artiller�a, se tomaron presos al presidente�Daza, a� los generales Arguedas y Alcoreza, se ocup� el local del Estado Mayor, se retiraron las armas y la munici�n del cuartel del batall�n “Colorados” y de las�dem�s unidades no comprometidas en el golpe. A su retorno del Chaplina, a las dos de la tarde, los batallones “Colorados”, “Sucre”,�“Aroma”, “Viedma” y “Padilla” fueron recibidos en la Alameda por el Coronel�Camacho y los dem�s jefes complotados y fueron informados de que el General Daza no era m�s General en Jefe del ej�rcito ni Presidente de la Rep�blica por su�despotismo, su cobard�a al ordenar la contramarcha de Camarones y sus intenciones de volver a la patria a enfrentar bolivianos contra bolivianos.
Los batallones reingresaron a sus cuarteles en silencio, sin hacer demostraci�n�alguna a favor o en contra del movimiento operado, con excepci�n del “Colorados”�cuyos integrantes no disimularon su despecho y c�lera por el derrocamiento de su��dolo. El General Daza se encontraba ya en su asiento del tren en el que iba a volver a�Tacna, cuando se le aproxim� el coronel peruano Maclean con un mensaje del�Contralmirante Montero que le daba cuenta de lo sucedido en esa ciudad.
Daza busc� asilo en la residencia del C�nsul de los Estados Unidos por temor a que los�revolucionarios quisiesen atentar contra su vida, a fin de consolidar su acci�n�revolucionaria. Por medio del contralmirante pidi� que el gobierno del Per� lo�ayudase a recuperar su mandato constitucional. No lo consigui�. Esper� que los�“Colorados” se levantaran a su favor arrastrando a las otras unidades de l�nea, pero luego comprendi� que les era imposible por estar desarmados y con sus l�deres�dados de baja. Acab� resign�ndose a su derrota. Llam� a su esposa e hija de La Paz�y con ellas tom� un barco con destino a Francia.
Al comunicar oficialmente al Contralmirante Lizardo Montero el cambio pol�tico�encabezado por �l, el Coronel Eliodoro Camacho o le expres� lo siguiente:

“El ej�rcito�boliviano ha desconocido la autoridad del General Daza y se pone a mis �rdenes y�yo a las de Vuestra Se�or�a, para cumplir nuestro deber en defensa de la alianza. El�ej�rcito boliviano saluda a Vuestra Se�or�a y en su persona al heroico y valeroso�ej�rcito de su hermana aliada. S�rvase Vuestra Se�or�a transmitir este suceso a su�Excelencia el doctor Pi�rola, ofreci�ndole el homenaje de nuestro respeto”.
Fuente: Aclaraciones historicas sobre la Guerra del Pacifico, Roberto Querejazu Calvo, pag. 132 - 135.
Compilado, ilustrado y editado por:
Ricardo Cuya-Vera de Calidad Integral
Divulgador de la memoria de Miguel Grau Seminario.