EL TRATADO DE LÍMITES DE 1866.

4.1 – El Presidente Melgarejo.

El presidente Achá fue derrocado el 28 de noviembre de 1864 por el general Mariano Melgarejo. Por su parte, Chile y Perú habían firmado la alianza contra España el 5 de diciembre de 1865 y desde el Perú se inició una campaña para lograr la adhesión de Bolivia.

Con este motivo, se desplegó una campaña de adulaciones por la prensa; enorgullecido por los halagos lanzó el 18 de marzo de 1866 un decreto en que proclamando a la faz del Continente la comunidad de ciudadanía en Latinoamérica, llamaba a todos los ciudadanos del mundo latinoamericano a ingresar al territorio de la República para compartir con los nacionales todos los cargos públicos con excepción de la «presidencia de los altos Poderes Legislativo, Ejecutivo y Judicial».

Juan de la Cruz Benavente, ministro de Bolivia en el Perú, decía del decreto que con el tiempo llegaría a tener la trascendencia de la doctrina de Monroe, y recomendaba loar debidamente la obra del «bravo guerrero de los Andes» : “la Doctrina Melgarejo”. Los adulones que le hacían la corte lo comparaban con Napoleón y Bolívar. Se sintió el campeón de la solidaridad americana; vio a Chile inerme, amenazado por una poderosa nación europea y decidió que Bolivia fuese en su auxilio, entrando en la alianza.

Como no existiese legación boliviana en Santiago, ni chilena en La Paz, hizo que su Secretario General, Mariano Donato Muñoz, enviase las instrucciones del caso a su ministro en Lima. La nota de 30 de enero de 1866 dijo entre otra cosas:

Por lo que hace al pueblo chileno y a su gobierno, Bolivia comprende que en ocasión tan grave y solemne mengua sería para ella y para el nombre americano si no olvidara las motivos que desgraciadamente la han puesto en interdicción diplomática y que por fortuna son demasiado secundarios para que debieran recordarse siquiera al frente de una cuestión continental que debe absorber, como en efecto absorbe, toda la atención de América y de sus gobiernos.

«Animado el Gobierno de Bolivia de tan amistosos y fraternales sentimientos de verdadero americanismo, ha acordado dirigirse a los excelentísimos gobiernos del Perú y Chile, por el digno órgano de Vuestra Señoría, a falta de legación de Bolivia en Chile, ofreciéndoles su más eficaz colaboración y en la escala que le sea posible».

Melgarejo dictó dos decretos el 10 de enero de 1866. Por el primero dispuso:

No debiendo diferirse la manifestación de sentimientos hacia el gobierno y pueblo de Chile, constitúyese en esta misma fecha una legación Extraordinaria en Santiago, encomendada al caballero don Juan Muñoz Cabrera.

Por el otro declaró abrogada la ley de 5 de junio de 1863 por la que el Poder Ejecutivo fue autorizado a declarar la guerra al Gobierno de Chile.

El Ministro de Relaciones Exteriores de Chile, señor Álvaro Covarrubias, en su informe al Congreso de 1866, dijo:

«El Gobierno de Bolivia, apenas desembarazado de las complicaciones internas, nos prestó la misma adhesión que el Perú y el Ecuador, espontáneamente. Esta iniciativa fue de tanto mayor precio cuanto que, como sabe el Congreso, nuestras relaciones con aquella república estaban interrumpidas por consecuencia de la cuestión de límites.».

Chile envió a La Paz a don Aniceto Vergara con el rango de Ministro Plenipotenciario y a don Carlos Walker Martínez como su secretario, con la misión de agradecer al Gobierno de Bolivia, formalizar su ingreso a la alianza chileno-perúano-ecuatoriana y expresar el deseo de liquidar amigablemente el problema limítrofe del desierto de Atacama.

A los pocos días de su llegada, el 22 de enero de 1866, el señor Vergara Albano suscribió un acta con el Secretario General de Gobierno, señor Mariano Donato Muñoz, por medio de la cual Bolivia se adhirió a la alianza contra España. De acuerdo con sus instrucciones, antes de concertar dicho acto, propuso que, si así lo quería Bolivia, se podía arreglar primero el problema de los límites. Muñoz declaró que eso «podía quedar para después». La alianza con Chile se firmó el 22 de marzo.

Con el alejamiento de aguas del Pacífico de los cañones españoles se desintegró tácitamente la alianza y renacieron los intereses antagónicos de los cuatro países.

4.2 – El Tratado De Límites.

El asunto de los límites renació con la aparición en La Paz del Barón Arnous de la Rivière, que como representante del capitalista francés Lucian Armand, hizo proposiciones de compra de la riqueza guanera boliviana. Vergara Albano vio con desasosiego la negociación de una propiedad disputada entre Chile y Bolivia, y así se lo representó. El aristócrata galo buscó la amistad de Vergara Albano y juntos propusieron a las autoridades bolivianas la fórmula para compartir los ingresos del guano. Todo el guano sería comprado por Armand y el resultado pecuniario de las operaciones se lo dividiría entre los gobiernos de Bolivia y Chile.

Aprobada la idea por Melgarejo, el barón viajó a Santiago con el fin de conseguir la anuencia chilena. Llevó una carta del señor Vergara Albano al canciller Álvaro Covarrubias que decía:

La Paz, 16 de mayo de 1866.

«Por lo que toca ala formalidad del contrato, Melgarejo encarga a su ministro Muñoz Cabrera que se someta en todo a lo que se acuerde allí, que se vea con usted y que firme el documento. Sobre las cantidades que Bolivia debe recibir recomiendo a usted que sea Chile tan generoso como pueda, porque debemos gratitud a este gobierno, que se encuentra muy apurado de fondos. Esa generosidad nos será bien compensada en la cuestión de límites».

La partición salomónica del guano del litoral disputado, aceptada con beneplácito por los gobiernos de Bolivia y Chile, marcó la pauta para encontrar la fórmula de una amistosa liquidación de su problema territorial.

La iniciativa al respecto partió del abogado Mariano Donato Muñoz, Secretario General del gobierno de Mariano Melgarejo y, encargado del manejo de las relaciones exteriores. El 3 de junio de 1866, le propuso al diplomático chileno el deslinde de soberanías en el desierto de Atacama dividiendo lo disputado por mitad. El paralelo del grado 24 de latitud sur sería la línea de separación entre las dos repúblicas. La dificultad radicaba en que al norte, en la parte boliviana, entre los paralelos 24 y 23, los cateadores chilenos habían descubierto salitre, plata y otros minerales. El señor Muñoz propuso que entre los grados 23 y 25, el guano y todo ingreso fiscal por explotación de otros recursos, se dividiría por igual entre los gobiernos de las dos repúblicas. Chile podría nombrar interventores en el puerto de Mejillones (que Bolivia se comprometía a habilitar) para controlar el monto de su participación. Bolivia podría hacer lo mismo en puertos chilenos.

El canciller Álvaro Covarrubias instruyó a su ministro Vergara Albano que procurase el traslado de la negociación de La Paz a Santiago. Melgarejo envió plenos poderes a don Juan Ramón Muñoz y éste, el 10 de agosto de 1866, firmó con el Ministro Covarrubias el tratado de límites.

Tanto Bolivia como Chile cedieron la mitad de lo que consideraban suyo, sin hacer cuestión de los derechos derivados del uti possidetis jure de 1810 y una comisión de dos ingenieros, hicieron la demarcación de los paralelos de los grados 23, 24 y 25.

En la Asamblea Nacional de 1868 el tratado recibió aprobación unánime. Don Mariano Baptista Caserta dijo de él en 1874:

«La justicia no ha de negarse a nadie. El tratado del 66 en cuanto a límites no se presta a los extremos de una reprobación iracunda. Teniendo en cuenta los antecedentes, partió, en transacción bastante equitativa, nuestra cuestión territorial. Chile se mantenía pertinaz en el grado 23, detentando nuestras riquezas actuales y arrebatándonos las expectativas de otras mayores. Por el tratado nos restituyó esos territorios. Nos devolvió Mejillones, sobre cuya reivindicación se volvían principalmente los deseos y los esfuerzos del patriotismo».

Historiadores bolivianos han afirmado que el tratado de límites de 1866 provocó una inmediata y general protesta en todo el país. Eso no es evidente. La impresión general fue de alivio, al saberse que se había recuperado una importante porción del litoral que muchos daban por definitivamente perdida. (Querajazu).

4.3 – La Explotación Del Guano

El Barón de la Rivière no cumplió sus ofertas al gobierno boliviano. Transcurría el año 1868 cuando la quiebra de Armand se hizo noticia internacional y los dos gobiernos rescindieron su contrato. Él entabló juicio demandando daños y perjuicios, pero la Corte Suprema de Justicia de Chile falló en su contra con carácter inapelable.

La explotación fue otorgada a Enrique Meiggs, contratista del carguío del guano de Mejillones dentro del contrato de Armand. Ofreció a Bolivia un préstamo de cuatro millones de pesos que se garantizarían con su parte del guano de Mejillones y todos los minerales que existían en el litoral. Para contentar por de pronto a Melgarejo, Meiggs le hizo entrega de un millón de pesos a cuenta de los cuatro prometidos. También firmó contrato con Chile para exportar la parte chilena de los guanos. Con Meiggs, la explotación de las covaderas no tuvo tropiezos financieros y la partición pudo seguir haciéndose de conformidad con las estipulaciones del tratado de 1866. Así se explotó hasta su agotamiento sin que se suscitase ningún problema.

4.4 – La Explotación De Los Minerales

Las dificultades renacieron como efecto de lo establecido respecto a los minerales, y el conflicto surgió casi de inmediato. El control de los empleados chilenos se hizo incómodo y opresivo. Bolivia se quejó de que

«Chile quería imponer su voluntad a Bolivia y no la de jaba disponer de lo suyo».

Por su parte, Chile reclamó porque

» Bolivia no le pagaba puntualmente su porción en los derechos cobrados a los minerales que se exportaban. Exigió que se le permitiese establecer otra oficina de control en Antofagasta, por donde los mineros estaban sacando su producto de contrabando».

También surgió un problema importante cuando en 1867 el chileno José Díaz Gana descubrió la riqueza argentífera de Caracoles. Chile afirmaba que estaba en la zona de su coparticipación y Bolivia sostenía que estaba fuera, es decir, al norte del grado 23.

Los chilenos José Santos Ossa y Francisco Puelma habían descubierto un enorme yacimiento de salitre. Aprovechando de la presencia en Santiago, en agosto de 1866, del Secretario General del gobierno de Melgarejo, Mariano Donato Muñoz, obtuvieron de él la  posesión y goce de los terrenos en que descubriesen depósitos de salitre y bórax, en una extensión continua de no más de cinco leguas cuadradas, más cuatro leguas en la quebrada de San Mateo para cultivo de legumbres.

Ossa y Puelma fundaron la «Sociedad Exploradora del Desierto de Atacama» con miras a extraer nitrato de sodio del mencionado lugar y seguir buscando otras riquezas en el litoral boliviano. Por medio del abogado Manuel José Tovar, cuyo hermano era Oficial Mayor del Ministerio de Gobierno y con una entrega de 10.000 pesos al gobierno, la sociedad consiguió la ampliación de lo obtenido antes con un permiso para la explotación, elaboración y libre exportación de todo el salitre existente en el Departamento de Cobija durante un lapso de 15 años .

La enormidad de esa concesión atrajo a otros capitalistas de Chile y a los ingleses de la firma «Gibbs y Cía.» y se formó la firma «Melbourne Clark y Cía.». La compañía sentó su domicilio en Antofagasta.

Fuentes:

Francisco Antonio Encina : “Historia de Chile”

Roberto Querajazu C :” Aclaraciones Históricas sobre la Guerra del Pacífico.”

Alcides Arguedas “Historia General de Bolivia”

Mario Barros van Buren : “Historia diplomática de Chile, 1541-1938”

Jorge Gumucio Granier: “Estados Unidos Y El Mar Boliviano”